El budismo tibetano enfrenta una encrucijada histórica: la inminente ausencia del Dalai Lama abre preguntas sobre liderazgo, legitimidad y continuidad. Su promesa de reencarnar, pese a las presiones de Beijing, asegura que el linaje no se extinguirá. Pero el desafío es mayor: ¿cómo sostener la unidad espiritual en un mundo donde la tradición compite con la geopolítica? El futuro dependerá de mantener viva la compasión que él encarna, más allá de fronteras y disputas de poder. Pero para comprender qué significa este futuro y qué está realmente en juego, Lama Tony Karam ofrece en este video una reflexión lúcida y compasiva que no puedes perderte: ver aquí.

“Responderé al llamado de mi pueblo.”

Dalai Lama

1. La continuidad garantizada… según el propio Dalai Lama

Lejos de sugerir que el linaje podría terminar con él, el Dalai Lama ha confirmado recientemente que la institución persistirá tras su muerte y que su reencarnación se llevará a cabo “de acuerdo con la tradición”. Es decir, su oficina –el Gaden Phodrang Trust o Fundación Ganden Phodrang– tendrá la autoridad exclusiva para reconocer su sucesor.

2. Nacer fuera de China: una estrategia consciente

En su libro Voice for the Voiceless (2025), el Dalai Lama especifica que su sucesor nacerá en el “mundo libre”, fuera del control del régimen chino, para asegurar que pueda continuar siendo una voz genuina de compasión y símbolo del pueblo tibetano.

3. El choque inevitable con Beijing

China ha reaccionado con desdén y rechazo: afirma que la reencarnación debe seguir los ritos tradicionales complementados por el sistema oficial del “Urna Dorada” y requerir aprobación del gobierno central. Historias anteriores, como la del Panchen Lama, sugieren que Beijing podría nombrar un sucesor paralelo, produciendo una fractura espiritual y política.

4. Un asunto espiritual con ecos geopolíticos

La reencarnación no es un proceso aislado o sólo religioso. Más bien, es terreno de disputa entre integridad espiritual y control político, entre la autodeterminación cultural del pueblo tibetano y el expansionismo simbólico del estado chino.

5. Prevención de vacío de liderazgo

Tradicionalmente, tras la muerte de un Dalai Lama, el proceso de búsqueda del niño reencarnado toma años, dejando un vacío de liderazgo. Una de las estrategias defensivas es que el Dalai Lama pueda identificar a su sucesor en vida, quizás incluso adultos, para evitar esa incertidumbre.

6. Unidad interescuelas y solidaridad transregional

Importante destacar: su reciente declaración ha sido respaldada por líderes de las principales tradiciones budistas tibetanas (Sakya, Kagyu, Nyingma), lo que refuerza una posición unificada frente a la interferencia externa. Además, este reclamo ha sido respaldado por comunidades budistas en el Himalaya, Mongolia, Rusia e incluso dentro de China —lo cual otorga dimensión transregional y solidaridad espiritual más allá de lo estrictamente tibetano.


Una pregunta abierta al futuro

El plan de sucesión busca garantizar continuidad y autonomía, pero no está libre de riesgos. La pregunta no es solo quién será el próximo Dalai Lama, sino qué tipo de Dalai Lama requiere este siglo: uno que sea puente espiritual o símbolo de resistencia política.


Referencias

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