La enseñanza oral es fundamental en el budismo tibetano. A través del sonido de la voz de un maestro o Lama, se han transmitido enseñanzas espirituales y conocimientos sagrados de generación en generación durante siglos en Tíbet. Aunque hoy en día hay disponibles una gran cantidad de recursos en línea y libros que contienen enseñanzas budistas, la importancia de la presencialidad y el contacto directo con el Lama son insustituibles.

La importancia de la enseñanza oral

La enseñanza oral es la forma principal en que los maestros budistas tibetanos comparten la sabiduría y las enseñanzas espirituales con sus estudiantes. Lo hacen a través de historias y alegorías, que no se pueden encontrar en libros o recursos en línea. Además, la enseñanza oral permite al Lama transmitir los aspectos más sutiles de la práctica budista, como la correcta postura meditativa, la respiración y la atención plena.

El contacto directo con el Lama

Además de las enseñanzas espirituales, la relación directa entre el Lama y el estudiante es esencial para la práctica del budismo tibetano. El Lama es un guía espiritual que ofrece instrucción, inspiración y orientación. En la presencialidad, el estudiante puede recibir la atención personalizada y la guía espiritual del Lama, lo que no se puede lograr a través de una pantalla de computadora. La presencialidad también permite una mayor interacción y participación en la práctica, lo que permite al estudiante hacer preguntas y recibir una respuesta directa del Lama. Esto ayuda a profundizar en la comprensión de la práctica y a aclarar las dudas y confusiones.

La energía del grupo

Otra ventaja de la presencialidad en la enseñanza oral es la energía del grupo. Cuando se toman enseñanzas en grupo, se crea una energía colectiva que ayuda a la práctica individual. El ambiente de grupo proporciona apoyo y motivación adicional para la práctica diaria y para seguir el camino espiritual. Además, el grupo también proporciona un lugar seguro para compartir experiencias y desafíos en la práctica y en la vida cotidiana.

La presencia y el ahora

En el budismo tibetano, comprendemos que el momento presente es el único momento real y significativo. Al estar completamente presentes, podemos ofrecer el regalo más valioso a los demás: nuestra atención plena y amorosa. Al hacerlo, nutrimos las relaciones, creamos un espacio seguro para que los demás se expresen y cultivamos una conexión profunda basada en el amor y la compasión.

Por ello, el regalo más preciado que podemos dar a otros es nuestra presencia. Cuando estamos verdaderamente presentes con alguien, les ofrecemos nuestro ser completo, nuestra atención y nuestro amor incondicional. En ese espacio de presencia, brindamos a los demás la oportunidad de ser vistos y escuchados, de sentirse valorados y comprendidos. Nuestra presencia genuina les proporciona un refugio donde pueden ser auténticos y expresarse libremente.

Habitar el ahora implica no sólo estar plenamente atentos, sino también estar presentes con nuestro cuerpo en el espacio en el que nos encontramos. No se trata simplemente de estar conscientes de lo que sucede en este instante, sino de percibir la vastedad del espacio que nos rodea. Al habitar el ahora y el espacio simultáneamente, expandimos nuestra conciencia más allá de los límites individuales y experimentamos una conexión profunda con nuestra existencia. En este estado de presencia espaciosa, nos abrimos a la totalidad de la vida y nos encontramos en un estado de armonía y conexión con todo lo que nos rodea.

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